La leyenda del campanario encantado de Paredes de Melo que todavía intriga a sus habitantes

La leyenda del campanario encantado de Paredes de Melo que todavía intriga a sus habitantes

Un campanario con historia… ¿o algo más?

En el corazón de la Plaza Mayor de Paredes de Melo se alza, firme y sereno, el campanario de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel. Visible desde casi cualquier punto del casco urbano, ha sido testigo silencioso de bodas, procesiones, guerras, retornos y despedidas. Pero para muchos habitantes, sobre todo los más mayores, el campanario guarda más que historias: guarda un misterio que sigue despertando preguntas sin respuesta.

La leyenda del “campanario encantado” no aparece en los libros de historia, pero vive desde hace décadas en la memoria oral del pueblo. Se cuenta que, en ciertas noches sin luna, el tañido de una campana suena desde lo alto… aunque no hay nadie en la torre. Una campana que dejó de funcionar hace más de un siglo. ¿Fantasía popular? ¿Sugerencia del viento? ¿O algo más que no se puede explicar con lógica?

Los orígenes del relato

Los primeros testimonios sobre esta extraña historia datan, según los vecinos más veteranos, de principios del siglo XX. En concreto, durante la posguerra. Al parecer, varios pastores que descansaban junto al Cerro de la Cruz aseguraron haber escuchado una campanada aislada alrededor de la medianoche. Lo comentaron en la taberna del pueblo y, como suele suceder en los pueblos pequeños, pronto todos tenían una versión.

Lo curioso, según señala Vicente Hortal, cronista no oficial y memoria viva de Paredes de Melo, es que “la campana en cuestión, la más pequeña del conjunto, estaba ya agrietada desde tiempos de nuestros abuelos. Incluso se retiró del uso litúrgico por cuestiones de seguridad. Y sin embargo, la gente insiste en que es esa la que suena de madrugada”.

Una historia que pasa de generación en generación

La leyenda se ha mantenido viva, en parte, gracias a la costumbre local de reunirse durante las noches de verano en los patios y portales, donde los mayores cuentan historias a los más jóvenes. Ahí es donde el “campanario encantado” ha alcanzado estatus casi mítico.

Isabel Cuenca, maestra jubilada de la escuela local, recuerda que su abuela solía advertirle que si oía la campana por la noche no debía salir a mirar: “Decía que era el alma de un antiguo sacristán que murió entre las campanas. Que cada vez que suena, alguien en el pueblo está a punto de recibir una mala noticia”.

El relato varía según la familia. Hay quienes vinculan la campanada con romances imposibles, otros con juramentos incumplidos, e incluso con antiguos rituales que se realizaban al pie del campanario en la época medieval. Pero todos coinciden en un punto: la sensación de inquietud ante lo inexplicable.

¿Fenómeno acústico o simple sugestión?

Durante la década de 1980, tras varios artículos en la prensa provincial sobre fenómenos populares en pueblos manchegos, un grupo de radioaficionados de Cuenca se desplazó a Paredes de Melo con grabadoras y micrófonos para intentar captar el misterioso tañido. Montaron su equipo en las inmediaciones de la iglesia y pasaron tres noches en vela. No registraron nada anómalo.

Uno de ellos, José Manuel Saro, publicó años después un artículo en el que atribuía la leyenda a un fenómeno acústico común en pueblos con calles estrechas, donde los sonidos se amplifican y deforman según la orientación del viento: “Lo que algunos oyen como una campanada podría no ser más que el portón de una cuadra, una piedra caída, o incluso una resonancia del tráfico lejano”.

Pero estas explicaciones no convencen a todos. « Yo he oído esa campana. No una, sino tres veces. Siempre coincide con cambios importantes en el pueblo: una muerte repentina, la llegada de una gran tormenta, incluso en una ocasión, el cierre definitivo de una de nuestras antiguas tiendas », afirma Matías Rueda, panadero jubilado.

El impacto en la cultura local

La leyenda ha trascendido los círculos familiares y ha ido calando en otras manifestaciones de la vida cultural. En 2012, durante la Semana Cultural, se representó por primera vez una obra de teatro basada en el mito del campanario. Fue escrita por alumnos del instituto de secundaria, en colaboración con el taller de teatro municipal.

Además, algunos fotógrafos locales aprovechan las sesiones de madrugada para intentar captar alguna anomalía. Si bien, hasta ahora, lo único que han conseguido son bellas imágenes nocturnas de la torre entre la niebla que, de por sí, ya alimentan la atmósfera misteriosa.

Lo que dice la iglesia

Desde la parroquia, se mantiene una postura respetuosa pero escéptica. El párroco actual, don Alfredo Martínez, aclara que no hay ninguna actividad nocturna programada en torno a las campanas y que su mecanismo de toque manual fue retirado definitivamente en 1968, cuando se electrificó parcialmente el sistema.

“Ni hay sacristán nocturno, ni veladores, ni sonidos programados. Y si alguien suena la campana, estaría cometiendo una falta”, comenta con una sonrisa que mezcla resignación y comprensión al entusiasmo con el que muchos vecinos defienden su existencia.

¿Una oportunidad para el turismo?

En los últimos años, desde la asociación cultural del pueblo se ha valorado recuperar esta historia como parte del itinerario turístico local. Si bien hasta ahora se centraba en los monumentos religiosos, las rutas naturalistas por los cerros cercanos o la arquitectura popular, incluir una “Ruta del campanario encantado” podría añadir un atractivo singular, sobre todo para el visitante curioso.

Se barajan varias ideas:

  • Crear una visita nocturna teatralizada con velas hasta la iglesia.
  • Diseñar paneles informativos con códigos QR que recojan las distintas versiones del relato.
  • Invitar a testimonios orales de vecinos mayores que relaten en primera persona sus experiencias.
  • Incluir la leyenda en las actividades escolares como una forma de preservar la memoria oral.

“Somos un pueblo con mucho que contar. Y esta leyenda, al margen de que uno se la crea o no, ya forma parte de nuestro patrimonio”, defiende Clara Herreros, vocal de la asociación.

Una torre que suena más allá de sus campanas

Ya sea por la fuerza de la tradición oral, por la inquietante belleza del campanario en noches oscuras o por esa mezcla de racionalidad y misterio que habita en todos los pueblos antiguos, la leyenda sigue viva. A cada generación, se transforma un poco, como el eco de una campanada lejana que no se sabe si es real o inventada.

En el fondo, más allá del misterio, el “campanario encantado” habla de nosotros: de cómo necesitamos narrar, comprender y darle sentido a aquello que escapa a nuestros ojos pero no a nuestra memoria.

Así que, la próxima vez que el viento sople entre las callejuelas empedradas de Paredes de Melo, detente un segundo. Tal vez, solo tal vez, oigas algo. ¿Fue solo el viento? ¿O acaso alguien, o algo, sigue tocando la pequeña campana del campanario, para recordarnos que algunas historias… nunca terminan del todo?