El misterio de los documentos antiguos encontrados en el archivo municipal y lo que revelan

El misterio de los documentos antiguos encontrados en el archivo municipal y lo que revelan

Al fondo del pequeño archivo municipal de Paredes de Melo, en una estantería olvidada bajo carpetas polvorientas y legajos fatigados por el tiempo, un hallazgo inesperado ha capturado la atención de historiadores locales y curiosos. No se trata de un tesoro oculto con monedas ni de un códice antiguo con secretos milenarios, sino de algo mucho más cercano y revelador: una colección de documentos manuscritos, fechados entre finales del siglo XIX y principios del XX, que arrojan nueva luz sobre la vida cotidiana, las tensiones sociales y los momentos clave de nuestra comunidad.

Un descubrimiento en plena rutina

Fue durante una revisión rutinaria del inventario que Ana María Gálvez, archivera del municipio desde hace más de dos décadas, notó la existencia de un paquete de papeles sin catalogar, cuidadosamente envueltos en papel de estraza y atados con cuerda de esparto. “No aparecía en ningún registro. Era como si hubiese estado esperando el momento justo para ser encontrado”, comenta entre risas Ana María.

Al desplegar los documentos, lo primero que llamó la atención fue la diversidad del contenido: actas notariales, cartas personales, cuadernos escolares, incluso la minuta de una reunión del antiguo Ayuntamiento datada en 1902. La caligrafía, en tinta azul y negra, habla de una época en la que escribir era un acto casi ceremonial.

Voces olvidadas, historias recuperadas

Una de las piezas más fascinantes es una carta dirigida a un maestro de escuela, escrita por una mujer identificada como “E.R.”, en la que se queja formalmente del estado del edificio escolar tras las fuertes lluvias de octubre de 1911. En ella, se mezclan la impotencia ante la lentitud de las obras públicas con un retrato vívido de cómo afectaban las condiciones climáticas a la educación de los niños. La mujer ruega al maestro que interceda en el Ayuntamiento para no perder más días de clase. Un detalle curioso: menciona que su hijo camina cinco kilómetros diarios desde La Dehesilla, “entre barro y frío seco, con los zapatos envueltos en piel de conejo”.

Este tipo de relatos aporta una dimensión humana a los datos históricos. Ya no hablamos solo de infraestructuras o presupuestos, sino de personas concretas, con nombres, preocupaciones y esperanzas. Esos documentos nos devuelven a un tiempo en el que la lucha por la educación, la sanidad o el trabajo tenía formas diferentes, pero la misma urgencia.

Una mirada a la política local del siglo XIX

Otro hallazgo significativo fue una serie de actas de reuniones del consistorio municipal, algunas nunca antes registradas en otros archivos provinciales. En ellas se discuten temas tan variados como la implementación de un impuesto al tránsito de ganado, el nombramiento de un nuevo alguacil y las disputas por la delimitación de terrenos comunales con municipios vecinos.

En una curiosa anotación de 1897, se transcribe una acalorada discusión entre dos concejales —cuyos nombres omitiremos por discreción— acerca de la necesidad o no de invertir en el alumbrado público de la calle Mayor. Uno argumentaba que “con la luna basta y sobra”, mientras el otro defendía que “ni la luna ni los candiles alcanzan para que las mujeres caminen seguras en la noche”. Casi siglo y medio después, el eco de aquel debate sigue vigente en nuestras conversaciones sobre la vida y usos del espacio público.

La iglesia y su papel en la comunidad

Los documentos también incluyen correspondencia entre el párroco de Paredes de Melo y el obispo de Cuenca. En una carta fechada en 1909, se describe el deterioro del altar mayor de la iglesia de San Andrés y se solicita apoyo económico para su restauración. El párroco narra cómo las filtraciones de lluvia amenazan las figuras talladas y cómo los fieles se agrupan en los bancos traseros por temor a sufrir algún desprendimiento de las bóvedas. La respuesta del obispado no se hizo esperar: se autorizó una colecta extraordinaria entre los feligreses.

Este episodio revela cómo la comunidad, incluso en la adversidad, encontraba formas de colaborar. Las misas de recaudación se acompañaban de cantos populares, rifas de productos del campo y ventas de dulces elaborados por las monjas de la localidad. En palabras de Ana María, “se trataba tanto de rezar como de hacer piña”.

Educación, salud y vida cotidiana

Entre cuadernos escolares carcomidos por el tiempo apareció uno especialmente peculiar: el diario de aprendizaje de una niña de diez años, con anotaciones del año 1923. En él se lee cómo aprendió las vocales, las tablas de multiplicar y un pequeño poema dedicado a los pájaros en invierno. Lo interesante no es solo su contenido, sino también los comentarios al margen del maestro, escritos con tiza roja: “Muy aplicado”, “mejorar la caligrafía”, “preguntar sobre lo que escribe”.

También se halló un informe médico de 1915 que advertía sobre la presencia de fiebre tifoidea en el barrio bajo del pueblo. Lo firma el médico titular y recomienda hervir el agua y evitar el consumo de leche no hervida, lo que da una idea de los desafíos sanitarios de la época. Dicho texto fue acompañado de una lista manuscrita de domicilios visitados, a fin de prevenir nuevos contagios.

Curiosidades que pintan otro Paredes de Melo

Además del valor histórico, muchos de los documentos contienen detalles anecdóticos que nos sacan una sonrisa. Por ejemplo:

  • Un acta de sanción a un vecino por permitir que sus gallinas durmieran dentro de la sacristía “por comodidad, no por irreverencia”, según alegó el acusado.
  • La descripción de un día de niebla en el que se suspendió la venta en el mercado por no encontrarse los tenderos entre sí en la plaza.
  • Un catálogo de precios del café de la señora Pilar en 1906, donde la taza grande costaba dos céntimos más si se servía con música (una pianola que sólo funcionaba a manivela).

Un patrimonio en proceso de catalogación

Actualmente, el Ayuntamiento ha iniciado un proceso de digitalización para conservar estos documentos y, eventualmente, permitir su consulta pública. La colaboración con historiadores manchegos está en marcha, y no se descarta una pequeña exposición en la Casa de Cultura una vez avanzado el trabajo.

Fernando Vila, investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha, participó recientemente en una primera revisión del material. Según él, “estos papeles son una cápsula del tiempo. Contienen el pulso cotidiano de un Paredes de Melo anterior a la Guerra Civil, lleno de matices que no se recogen en los libros de historia convencional”.

Para quienes crecieron escuchando historias de abuelos sobre frailes, fiestas patronales o inviernos especialmente duros, este hallazgo supone una oportunidad única de contrastar la memoria oral con documentos reales. Porque una cosa es recordar, y otra distinta es leer esas mismas vivencias escritas de puño y letra por quienes las protagonizaron.

¿Y si aún quedan más sorpresas?

Este descubrimiento plantea una pregunta inevitable: ¿cuántas otras joyas documentales duermen en silencio en los archivos de pequeños pueblos como el nuestro? Tal vez lo que hoy se considera anecdótico, trivial o irrelevante, mañana sea una fuente esencial para entender quiénes fuimos y cómo llegamos hasta aquí.

En todo caso, lo que estos documentos antiguos revelan no es un pasado glorioso o excepcional, sino algo mucho más valioso: la persistencia del día a día, la dignidad de lo sencillo y la importancia de las pequeñas decisiones que forjan una comunidad. Precisamente eso que, desde sus inicios, este blog ha querido poner en valor.